viernes, 7 de junio de 2024

La melodía de este poema

Vagamente la lluvia, con la máscara taciturna de un aguacero

en la plenitud de la noche, cae en el redil de tu huella,

territorio de la lágrima colmada al pisar los corazones tendidos.


Y es como si en la armonía de tus pasos el resplandor de un sol

macilento quemara el susurro de nuestras voces que ahora

no son más que ceniza en los caminos hirientes de la falsedad.


Metamorfosis de una piel blanca bajo el carmín de la carne abierta

como alas de ruiseñor desplegándose en ramas de tul rojo,

lo mismo que las espigas de un vergel hospitalario entre olas carmesí.


Y un tizne de aventura sin regreso en el portal donde tu sombra

dejaba caracoles danzando en las venas del cristal.


Y más allá el fugaz destino de los trenes que escondían las enaguas

del pudor bajo el mudo existir de tus encajes de hierro

entre la música de los raíles y la historia de una catedral

donde la paz era un jardín proscrito por los cantos de aleluya

que sonaban tristes en tu boca, como suena triste la melodía

de este poema en los oídos mutilados del recuerdo.


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