lunes, 17 de junio de 2024

La lluvia del adiós

Algunas veces la lluvia no escoge ser gota de bendición

sino restallar de látigo que encharca el corazón de la tierra;

la lluvia es también un ojo de lacrimal perpetuo que riega

la piel de los hombres desvalidos ante el mundo de las almas

aleves; la lluvia y el arco iris que roza la faz de las nubes con el lápiz

multicolor del ensueño movido por un sol que abreva su sed

de luz entre las cortinas de un agua virgen; la lluvia y el aljibe

en el que ocultan los ríos de la gratitud su mortaja abisal, allí

los peces del día son pétalos que flotan como ceniza de rencor

que se diluye en negra pez; y es la lluvia al verter su perdón

en los adoquines de mi calle una cicatriz de charcos borrosos

donde se escucha el sonido de un adiós sin el altavoz ausente

de una metáfora abrumada por el caudal de los desencuentros.

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