Repica la música en el húmedo cristal cuando canta
la espera en los posos furtivos de la noche. Tu ausencia
tiene el color de los espejos al nacer la luz en su cáliz virgen,
sin la memoria de la piel recogida en una bruma de plata
y azogue. Y fluye la conversación como un aire que arrastra
los silencios con las cadenas sólidas de una amistad en flor,
mientras la faz de tu espacio te invoca con el rojo carmín
de unos labios ausentes. Hay huecos que nacen de ti y van
hacia el olvido de una voz y un perfil dibujados en las mesas
vacías de la madrugada. Ah! qué ausencia de sombra me visita
aunque el resplandor llore en las esquinas donde la curva
de tu seno se desdoblaba en ríos de luz transparente. Y si no
estás yo no estoy, y si estás yo te sigo como un albatros sigue
al sol que se acuesta en el mar de unas horas aún no vividas.
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