Aquí donde los espejos gritan la edad que transcurre
como un río de sombras entre horarios cíclicos, aquí
sin lámparas que iluminen la canción de la juventud,
aquí en el dibujo que tracé antaño sobre una pared
vacía y que ya no es más que la bruma de un recuerdo,
aquí con mi rostro en el cristal de un mañana impredecible,
mientras los pájaros visitan el alféizar de los sueños
con el trino celeste de los ángeles como un clamor
de esperanza que asoma a los labios mudos, aquí
donde el trasluz juega con el sol a ser un mismo
aliento de humanidad, estoy yo buscando un abril
entre tus párpados que me de el agua de la vida
muy poco a poco, muy lentamente, como una gota
de azar que humedezca la raíz hasta lo más profundo
de mi árida noche, y así calle el perro de la melancolía.
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