jueves, 16 de mayo de 2024

El suspiro

 

Acontece el suspiro que invoca a la secuencia del amor

cuando en la memoria se fija el momento de la doblez cálida 

en que la palabra deja de ser hegemonía y son las vértebras,

los huesos y la piel el idioma feliz que buscan las manos en una única

síntesis, en un único mimbre donde las caricias sustituyen al verbo

y los ojos miran al silencio de las bocas, al carmesí o a la carne

de los labios, a la tez tan próxima, al abrazo que extiende

su perfil de enredadera por las axilas, la espalda, el arrullo

de los vientres besándose como niños que juegan a compartir

una estrategia de vaivén y olas, de latido y eco, de finitud

e infinitud en un solo cauce, en idéntico árbol, sus pétalos

y sus ramas perfectamente superpuestos como un nimbo,

como un halo, como un reborde que se perfila y deja

una sombra entre los dedos, una cicatriz con rúbrica

en la que existe un misterio que los une, ella la hoja,

él un fruto alimentado por la savia del amor que provoca

en los amantes un suspiro en el recuerdo cuando ya para

siempre es definitivamente tarde, y no hay vuelta atrás.


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