martes, 7 de mayo de 2024

Las horas vencidas

 

Estas horas que llegan vencidas igual que un atardecer

moribundo me abrazan con su lamento efímero. Vivo

en el silencio del día junto a una nube con areolas de ocaso

mientras invaden los pájaros de la noche su guarida cóncava,

allí el trino es azul de mar encendido por los fanales de mi habitación

en duelo y todo sucede con el artificial arrullo de una luz tramposa.

En mi voz hay carámbanos de luna que se agrietan como

el cristal del hielo en el candil que torpemente me ilumina,

nace la quietud bajo el alféizar y se derrama su ola invisible

sobre mi piel dormida lo mismo que un oasis de paz entre

el griterío de las voces de los locales abiertos. El neón escribe

palabras de abril: flor, agua, primavera... en mi pared desnuda.

Lentamente los párpados se abrochan a las pestañas del sueño

como un ojal se abrocha a la impaciencia de un botón amante.

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