martes, 18 de julio de 2023

Cambio climático

 


Esto que ves, hijo mío, aún es un mundo hermoso. La luz llega suficientemente clara, atravesando una pátina de gases y sombras tenues con la insistencia de un fulgor ancestral que no desea extinguirse. El mar crece y ya es todo ola, una ola lenta que se traga las islas del ensueño, las costas horizontales, las playas del trópico. Te hablaré de las especies que no podrán sobrevivir a un clima que ahoga los hábitats y mata el corazón de la tierra, la flora de los océanos, los frutos y el cereal que nos permite vivir a los pobres. Los brillantes hielos del ártico y del sur disminuyen, se quiebran porque les besa la calidez de un agua insólita, el oso polar, a lo lejos, busca un territorio blanco y frío que muy pronto será para él una trampa mortal. Los lagos que eran un gran ojo líquido, fértil y feraz, ven empequeñecer su perímetro como si también conocieran de pronto la vejez y el acabamiento humano. Y las grandes tormentas, las riadas, el tifón y los huracanes asoman coléricos, con la rabia de la desolación en su agitar enloquecido de fiera herida. Esto que ves, hijo mío, ya no es un mundo tan hermoso como el que yo conocí, cuídalo, cuidarlo, ¡exigid a los poderosos su pervivencia!, para que aún mantenga esa belleza, tan frágil, para que la vida siga engendrando vida y no muerte, para que el futuro sea del hombre, y no de la ceniza.​

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