sábado, 22 de julio de 2023

Aún espero encontrarte

 

El tren lleva rosas en las ventanas,

así imagino yo el día en que abril se esparce

como un viento cálido.

 

La ciudad es de vidrio, metal y mármoles blancos

y no de espuma ni alcanfor,

la ciudad ha visto muchos nombres que no son los de sus calles

volar sin alas como espectros que nadie deletrea,

como sinónimos de aire, invisible aire,

traslúcido aire, aire sin densidad

ni vocales, aire azul de océano infinito.

 

Y no me bastan sus jardines ásperos,

ni sus plazas insomnes, ni el color triste de los naranjos,

ni el lento tráfico de las avenidas, ni siquiera fingir tu figura lejana

bajo una pérgola de hojas verdes, inmóvil en su pedestal

de oráculo y mitos, con tu espalda al sol

y tu pecho batiéndose contra la luz.

 

Y en la subterránea ciudad el silencio de los ojos,

los móviles encendidos como faros sin mar,

las miradas con fulgor de hambre,

el cielo cóncavo de yeso y antracita,

la música que reverbera entre paredes

que son túneles de misterio y odas sin héroe,

que son largas heridas de escarcha,

sucias y fértiles bajo el magma de la infelicidad.

 

Y en el día, yo que espío sin querer,

yo que no sé mi edad, yo que, inútilmente, vendí mi sombra,

aún espero encontrarte.


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