¿Escojo la
palabra o ella me escoge a mí?
Una
caligrafía del alma con su misterio,
su
evidencia, su eternidad, su sed.
Y la
coherencia del pensamiento o la fibra de la emoción,
quizá la
rebeldía, el amor o el desamor, la injusticia,
la belleza
que la pluma vierte sobre un fondo blanco.
Una
historia recién nacida, un principio y un final,
un verso
que sugiere y otro que analiza
o niega
o seduce.
Y siempre
el fulgor que deja el rayo de la inspiración
en los ojos
abiertos, en la página escrita, en el corazón
de un poema
que se desnuda ante nosotros.
Escribe, pues, si
para ti el mundo es luz y no sombra.
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