Átomo soy que, simplemente, existe.
El tiempo en mí fluye por el cauce de mis arterias
desde el corazón en calma.
No persigo a la noche ni el ansia colorea mis días,
escucho, toco, aspiro un aire lento,
el sabor de las horas no es ni dulce ni amargo,
lo que veo me enriquece, como semilla de la luz,
del confín y los silencios.
Sé del dolor y del estallido que un hombre feliz expresa,
sé del azar y de la desgracia, de lo inmóvil y de lo múltiple,
de la lluvia y la canícula, de la ilusión y el desengaño,
de la fatalidad y del vuelo alegre de los pájaros.
Todo eso lo sé, y aun así mi corazón palpita en armonía,
con su rumor constante de río sin estaciones,
solo manantial puro y fértil de mi esperanza.
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