No quiero sentir más este dolor sin vida.
Echaron raíz en los minutos del presente los ecos marchitos
como alguaciles de un ayer que encarcela las horas que pasan
al reproducir en el revés de los párpados la primavera de la juventud
con flores nunca mustias, con la misma faz, el mismo arrobo,
la misma alegría de las cosas fugaces que ignoran la esencia
de un rayo de luz que es el volcarse sin regreso
sobre los días que dicen adiós a su nombre.
Y aún asi dejo que mis párpados se plieguen
para revivir una y otra vez lo ido, como lluvia que no cesa de caer
sobre un lienzo que al cerrar mis ojos arroja su luz
por las calles mojadas de una ciudad
que ya solo existe en mi memoria.
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