Hay mil imágenes de ti que no se ven en las fotografías,
un dibujo de tu perfil en la humedad del cristal,
tu rostro fugitivo en un espejo,
las letras que forman el único nombre que te nombra,
una mano lejana que saluda a otra mano
desde las dos orillas de la misma calle.
¿Por qué has puesto tus raíces en la sed del recuerdo?
Las hojas del otoño vuelven a ser agitadas por un aire frío,
el mar es igualmente azul como un poso de eternidad en el revés de los párpados,
las películas tienen tu voz y tu cara si me siento en las butacas vacías
de un cine que abrió sus puertas al olvido.
En el tren nocturno aún viaja tu aroma de miel dulce
en un trayecto interminable por las arterias siempre vivas de la memoria.
Y aunque ya no eres lo que fuiste: sur de mi norte, pájaro de mi cielo o árbol de mi jardín,
hay guedejas de niebla que se posan en las mil imágenes que guardo de ti
y que nadie logrará ver en ninguna de tus fotografías.
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