Ese ojo oscuro donde la tiniebla es agua mansa;
no te asomes al brocal ni sigas al pájaro
que bebe de las entrañas negras,
el cubo de zinc vacío,
el óxido de la armadura de hierro,
el cordel deshilachado,
la luz derrotada
y el hondo suspiro que llega
con el eco de la moneda caída
sobre la pátina que forma círculos concéntricos
en un mar dulce, silencioso y tímido
como un jardín robado a la infancia.
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