En transparencia de fuente recién nacida nadan los sentimientos
como manantial que fluye indómito por la faz contraída, derramándose
en hilatura que moja la piel encendida y no es solo llanto, es también
estallido feliz en las sienes, en los ojos, en los labios que ríen, en la brillantez
de los pómulos, húmeda pátina de solsticio que se transformará dócil,
igual que el río en lago, igual que el lago en rosa seca, igual que la rosa
seca en rostro de paz, hasta que se abra de nuevo la herida o trine
el pájaro de la felicidad y del interior manen lágrimas traslúcidas
que a fuerza de crecer formen un cauce que, partiendo del corazón,
acabe por sucumbir a la mesura indolente de la templanza.
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