Aquel perro cojo apedreado hasta morir,
un círculo de fuego alrededor del alacrán,
el gato negro y su cicatriz en la concavidad de un ojo vacío,
el pájaro agonizante víctima de una piedra ensangrentada.
Son niños que en una tarde aburrida
se divierten viendo sufrir a un animal.
Cuando sean adultos recordarán al perro cojo que un día apalearon,
al alacrán que no pudo escapar del círculo de fuego,
el ojo azul del gato tirado en la cuneta como un desperdicio,
la inocencia del pájaro que dejó de volar para siempre.
Y aún hoy, con tristeza, se preguntaràn por qué lo hicieron.
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