A veces línea hollada hasta el surco que se hunde lentamente,
otras veces senda que atraviesa el aire, porque a mis pies
le nacen alas de ilusión; recorrido puntual que enmarcan
las horas de la rutina, vaivén de un cuerpo sujeto
a los relojes que dictan los aconteceres del día,
saludos melancólicos bajo la lluvia de abril,
semáforos como arco iris a los que faltaran
los colores que trae el viento de junio, la pereza
del cristal que recibe el pálpito de un sol ardiente,
las acacias que no dan sombra a los transeúntes
de la mañana, mis huellas de ida y vuelta como
pasos de un viajero que ha perdido su norte.
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