Pura llama, redonda elipse que danzas como un pájaro divino,
manantial de luz, fulgente calor que das vida a la noche,
diosa del humo y de los volcanes en celo, lágrima amarilla
que revolotea desde la quemazón del tronco con brincos
que crepitan al roce de unas manos ateridas, desolación
que hiere el alma de la umbría con su terrible sed polvorienta,
tizne en las ramas, calcinado aliento del animal sin cobijo verde
por ausencia de sol y lluvia, cálida amapola, bulbo que lame
la hojarasca del tiempo, tótem que lleva el dios de la muerte
en sus ojos negros, réquiem del frío en las horas del invierno,
pequeña flor que enciende mi cigarrillo donde brilla por un instante
la luz púrpura que funde el papel, que colma de extinción las hebras
que se aproximan a mis labios como ángeles grises de ceniza.
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