Algunos rostros pasan como aves por la cortina cerrada
de mis párpados, hay un grito de intemperie que surca
el río de mi voz y que nunca asoma, es un grito mudo
que riega mi corazón con anhelos de una patria perdida,
fluyen los ecos de la memoria igual que navíos en el mar
de mi sangre, escucho a las metáforas reír cuando escribo
una canción sin letra sobre las dunas de mi piel envejecida,
nadan los delfines nuevos por el agua de mis ojos como
en un mar nadan los silencios que duelen hasta formar islas
ciegas bajo la piel de los días, y es mi razón el transcurrir
sobre ese mar como una vela en el horizonte que poco
a poco se convierte en pájaro de luz hasta extinguirse
igual que se extingue mi flor al llegar, inexorable,
a los pétalos de mi nombre el invierno de la vida.
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