Engalana el cuerpo cuadrangular de la mesa con bordado de flores,
hilo que formó rosas blancas en el tapiz, dibujos que se engarzan
para sostener las piezas del cristal, la redonda pulcritud de la cerámica
con grecas azules, pan de oro y esmalte negro en las orillas, vacíos
sus vientres que recibirán la arquitectura que humea, la salsa
donde las especies activan el sabor desconocido, el festín
de la carne roja, la imagen agónica del pez que ya no nadará
en un mar sin horizonte, tampoco en el río que le transporta
al sur de su origen, la humildad de las verduras, guarnición
de la tierra que nos concede su fruto ancestral, el enjambre
de las legumbres esparcidas, el pan y el agua, el vino rojo,
y la cubertería entre mis dedos como hábiles soldados de alpaca.
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