Como las dos orillas de un río que se reconocen en la distancia,
igual que el marco de un espejo y la lisura del azogue,
lo mismo que la rama y los frutos de un solo árbol,
la luz y mi ventana desde la que veo tu ventana,
el cigarro y la ceniza que cae sobre el corazón de la mesa,
el oxígeno y la sangre, invisible el uno, púrpura la otra,
igual que dos vocales en la misma sílaba, en un solo verso
con el único titulo que forman nuestros nombres.
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