Dejaré mi sombra en cada paso que fui.
Ni la voz ni la espesura de la piel, ni la realidad
que voló hasta los lindes del recuerdo me acompañan.
Abren los mercaderes, como entonces, sus tiendas de souvenir,
todo es gris, opaco, piso la bruma con mis pies que sufren
el dolor de no volver a la misma huella, a la juventud dorada que salía
a las ventanas a gritar los nombres de la amistad,
los himnos del deseo expuestos a la luz como rosales blancos
mientras la lluvia caía con el misterio de las hojas maduras
en mis hombros de infancia.
No sé cómo volver a encontrar la madrugada en que el amor se hizo cisne
en un lago brillante que ahora guardo en la memoria entre flores marchitas.
a las ventanas a gritar los nombres de la amistad,
los himnos del deseo expuestos a la luz como rosales blancos
mientras la lluvia caía con el misterio de las hojas maduras
en mis hombros de infancia.
No sé cómo volver a encontrar la madrugada en que el amor se hizo cisne
en un lago brillante que ahora guardo en la memoria entre flores marchitas.
Muy bello poema y muy bonito blog. Un abrazo con la pluma del alma
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