Con tu aro y tu cuenco de espuma creabas mundos.
Alguien pinchó la pompa de jabón de tu Arcadia,
como el suspiro de un ángel estalló la esfera frágil,
su irisada piel se descompuso en minúsculas gotas de ensueño.
Has dejado de jugar con los colores de la luz,
has roto el confín del vacío donde ya no hay huellas
de antílopes en la sabana hostil de tu calle.
Has comprendido que pisamos nubes en lugar de asfalto.
Y que el tiempo es aquella pompa de jabón
que un día partió de tus labios y que estallará, al fin,
cuando la muerte asome a los pies de tu cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario