viernes, 19 de julio de 2024

El aire de mi sangre

Están aquí como chispas de la luz

que encienden la médula

de los ríos invisibles.


Fluido de sombras que traen un vigor de ecos renombrados

en cada bocanada que alimenta la corriente donde el mar rojo

de la vida fluye en círculos, en elipses, a través de un canal

envejecido hasta la orilla del pensamiento bajo el latido

que impele los músculos de quien camina sobre las brasas de la noche.


Moléculas de amor en el oxígeno que viajan como nautas

de una sangre acostumbrada a perderse por el laberinto de unas raíces

que envían fulgor a la corteza de la piel, al capilar que se yergue

igual que un árbol de queratina, lo mismo que una hoja

de pinaza hacia el beso del aire.


Ah! cómo en mi voz, en mis ojos, en el sabor acre del cáliz,

en la táctil yema que se desliza por mi arteria azul;

en tu respiración de ángel, en tu sangre nueva

hay olas que se han convertido en sístoles de un corazón

sin cala a donde arriben los pájaros del ensueño.

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