lunes, 15 de julio de 2024

Hijo del agua

Sumérgete en la luz acuosa que fluye por las veredas del tiempo.

Nada como un mortal entre la espuma del río donde la eternidad

es un rumor de mariposas amantes que se recrean en el candil

que forma la pátina del agua al transcurrir por un cauce henchido

de vida. Mójate bajo la ducha que abraza tu piel de niño grande.

Bebe la rosa transparente que no tiene el sabor del jengibre

ni la sal de la ola ni pica como un pájaro en las papilas nuevas

ni sabe al azúcar blanquecino que florece en la caña ni es ácida

como la pulpa de un fruto joven recién brotado del árbol. Recibe

la bendición de la lluvia de abril con las manos alzadas igual

que un cristo desnudo en un desierto voraz sin las piedras

húmedas que habitan la orilla innominada de tus pasos.

Conviértete en molécula que mora en la saliva del amante

porque el agua es amor de labios unidos por la sed que solo sacian 

los murmullos de un manantial que ahora descansa en el remanso 

fértil de dos bocas que sellan la luz más líquida, la luz cristalina 

que transcurre bajo los puentes inmemoriales de un río sin fin.

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