miércoles, 31 de julio de 2024

Tus botines rojos

Me diste un arco iris que llenó de color

la sombra de mis días, a tu lado no hay quietud

sino efervescencia de pálpitos, lunas que persisten

en la claridad como perlas suspendidas sobre el azul del verano,

minutos que quisieran echar raíces alrededor de tu espacio

para ser árbol y cobijo que, eternamente, acompañaran tus sueños.



Tú sabes que el tiempo se desnuda y no huye de mi cuando sonríes,

no ignoras que tu voz es un candil que ilumina los diálogos insomnes

sin la paz de los oasis verdes.



Hay en ti ríos cuyo cauce dorado desemboca en mis labios

como veta de un oro que se derrama en la humedad con filigranas de futuro,

con ansia de florecer igual que una rosa en el invierno más hostil.



Y si me dices sol y mar, yo te digo trenes hacia el sur,

catedrales como una cicatriz en la primavera que fuimos,

pubs donde el cascabel del hielo nombra tu ausencia,

faros cuyo haz transita los pasos fugitivos que aún seducen

a los portales con la música estéril de tus botines rojos

alejándose como palomas que han abandonado las plazas sin luz

donde únicamente sobrevive la penumbra.

















martes, 30 de julio de 2024

La casa

En tu vientre hay sombras de vida que le hablan

a los fantasmas huérfanos de paz como si la huella

que deja en los cuerpos el grito inaudible de las voces

formara una canción de nubes que silenciosamente,

vagasen bajo el cielo de un hogar sin nombre; mi estatura

crece en el cristal de tu ventana, como un árbol soy

con las raíces expuestas a la luz y el altivo tronco

desnudo de pájaros, con el ramaje extendido en alas

y la savia efervescente de un manantial que brota

de los espejos como un río de luz, con mis venas

de cáñamo que resisten bajo la transparencia

de una piel envejecida los ardides de un reloj

donde late mi niñez, apenas tintineo de cascabel

en la lejanía de los sueños, apenas susurro de agua

que mana de las fuentes por donde fluye el olvido.



lunes, 29 de julio de 2024

Fuego

Pura llama, redonda elipse que danzas como un pájaro divino,

manantial de luz, fulgente calor que das vida a la noche,

diosa del humo y de los volcanes en celo, lágrima amarilla

que revolotea desde la quemazón del tronco con brincos

que crepitan al roce de unas manos ateridas, desolación

que hiere el alma de la umbría con su terrible sed polvorienta,

tizne en las ramas, calcinado aliento del animal sin cobijo verde 

por ausencia de sol y lluvia, cálida amapola, bulbo que lame

la hojarasca del tiempo, tótem que lleva el dios de la muerte

en sus ojos negros, réquiem del frío en las horas del invierno,

pequeña flor que enciende mi cigarrillo donde brilla por un instante

la luz púrpura que funde el papel, que colma de extinción las hebras

que se aproximan a mis labios como ángeles grises de ceniza.

domingo, 28 de julio de 2024

Las dos caras de la luna

Como las dos orillas de un río que se reconocen en la distancia,

igual que el marco de un espejo y la lisura del azogue,

lo mismo que la rama y los frutos de un solo árbol,

la luz y mi ventana desde la que veo tu ventana,

el cigarro y la ceniza que cae sobre el corazón de la mesa,

el oxígeno y la sangre, invisible el uno, púrpura la otra,

igual que dos vocales en la misma sílaba, en un solo verso

con el único titulo que forman nuestros nombres.

sábado, 27 de julio de 2024

Desde el balcón del tiempo detenido

Desde el balcón del tiempo detenido la lluvia crece

como una espiral insomne, en su interior la invencible sed 

de la juventud traza dibujos de primavera que asesinan el frío  

de los inviernos salvajes, meteoros de ansia roja encienden la noche 

con rayos indómitos, y la luz se hace candil en los ojos 

que miran la negrura que reside bajo la tez de los espejos, 

carmín en la boca de un silencio que acompaña los latidos 

de tu corazón en llamas, débil resplandor de miel 

sobre el cáliz de mi puerta, el sol del amanecer 

entre nubes arracimadas como telar de octubre 

es una antorcha encendida que viste de claridad 

los estertores de la luna, gris el territorio del tiempo 

detenido en la lluvia que se hace memoria líquida 

mojando los faroles nocturnos que iluminan, débilmente,

a la rosa del frenesí en las aceras de tu nombre hospitalario.

Desde el balcón del tiempo detenido ya no busca mi voz

un azul de mar que acompañe al diálogo mudo de los pájaros sin cielo.

viernes, 26 de julio de 2024

Esas cosas que me nombran

Esas cosas guardan memoria de los días más lúcidos,

los días del frio y de la nieve- ropa vieja en las baldas-,

los días del sol en las esquinas del mundo-collares

y amuletos de ónice-, los días de la canción que fluye

bajo los pámpanos de abril-uvas en la mesa de la sed-.

Esas cosas son juguetes sin niños que acaricien los sueños

de la infancia, conchas de nácar en tubos de cristal, peces

sin acuario, ídolos de obsidiana negra, fotografías del ayer,

alfanjes curvos como hoces de acero gris, el búcaro

y el caolín detrás de la vitrina esmerilada. Esas cosas

me nombran aunque nadie escuche mi nombre repetido

como una letanía en las cómodas, en los armarios sin abrir,

en las mesas con mantel hilado, en las paredes de mi hogar;

porque solo al nombrarme cobran vida en el recuerdo.


jueves, 25 de julio de 2024

Fui pájaro

Un día aprendí a volar, aún era niño.


Explosionaban a la vez todas las estrellas de la vida por llegar,

sin quietud, sin la mirada en los espejos de la edad.


Asombrado, como la cría de un animal ante la luz,

que rompe la crisálida de sus ojos con el incendio multicolor

que puebla las raíces del mundo.


Aprendí a volar porque también se vuela en los sueños

que no se cumplirán, las alas duran lo que dura la infancia

más tarde somos pies en camino,

átomos de un árbol que se empina,

lentamente, hacia un sol que ignora su altivez.


Exige el cuerpo la salvaje canción de la alegría,

el tránsito del pájaro por el mar azul de la ilusión,

amores que seducen a la inmortalidad

con la voz rebelde del conquistador

en unos labios mojados por la lluvia de la juventud.


Mujeres en llamas con el brillo de la piel como haz de cometa

en la ternura de las manos, y la razón vestida de azabache,

la sombra del frío que escarcha la raíz de los horarios.


Esa nostalgia de ángeles en la dura sed de la espigas,

un transcurrir de pétalos arrumbados por el viento en las aceras;

este vidrio donde mi rostro se vacía

como un manantial que el sol agosta

bajo una clepsidra que ha perdido su agua.


Un día me olvidé de volar, ya era hombre.



miércoles, 24 de julio de 2024

El mantel, la cubertería y otras cosas

Engalana el cuerpo cuadrangular de la mesa con bordado de flores,

hilo que formó rosas blancas en el tapiz, dibujos que se engarzan

para sostener las piezas del cristal, la redonda pulcritud de la cerámica

con grecas azules, pan de oro y esmalte negro en las orillas, vacíos

sus vientres que recibirán la arquitectura que humea, la salsa

donde las especies activan el sabor desconocido, el festín

de la carne roja, la imagen agónica del pez que ya no nadará

en un mar sin horizonte, tampoco en el río que le transporta

al sur de su origen, la humildad de las verduras, guarnición

de la tierra que nos concede su fruto ancestral, el enjambre

de las legumbres esparcidas, el pan y el agua, el vino rojo,

y la cubertería entre mis dedos como hábiles soldados de alpaca.


martes, 23 de julio de 2024

Comunión de una gota

 


Esculpen los segundos su redondez de perla líquida

la metamorfosis donde se irisa la luz de la mañana,

su fragilidad de esquife recorrió el hondo túnel

que transcurre por el óxido de un canal estrecho

hasta llegar a la testuz de un grifo que saborea,

antes de derramarse, su oronda arquitectura

que parece ser lágrima, demorándose,

sin la sal del océano, con la dulce paz cristalina

de una fuente entregada al sorbo de mis labios,

a la sed que cierra mis párpados al recibir,

como un sacramento de amor, el agua

caída en el santuario de mi boca.


lunes, 22 de julio de 2024

La alegría

Luz de luces en el corazón sombrío que ilumina la noche

con los fuegos artificiales de un impulso

que se vuelve arco iris

en los ojos sin mortaja de los días.


Nos cura del silencio inhóspito, de la rabia triste del moribundo,

del hostil instante en que las amapolas se ajan

bajo el peso secular de la tristeza más viva.


Nos regala un incendio que fluye por la sangre

como fluye el agua en torrente de invierno

por las venas angostas de la quietud.


Y no llora, siempre ríe como una serpentina danzando

en el aire festivo de las noches que acaban.

domingo, 21 de julio de 2024

Esas olas

Esas olas que no son viento ni hambre de pájaros

en un mar oscuro, solo amanecer sin estrépito de espuma

porque hay latidos que se derraman como savia de un árbol,

lentamente, en agua de paz, música que no es melodía

de goznes entreabiertos al fulgor sino húmedo trino

de lluvia en el cristal, aceras de mansedumbre bajo

un sol esférico, lágrimas de arroyo que forman un surco

líquido que se vierte dejándose ir como un gas invisible

sobre la piel de los días que atrapan mi sed sin que el frenesí

de los relojes hiera la sombra que va dejando la claridad

en los espejos, al irse, al fluir como nave fantasmal

por las llanuras de un horizonte que quiere dejar de ser luz

de tormenta en el atronador silencio que mi deseo invoca.

sábado, 20 de julio de 2024

Solo se vive una vez

Hay un sol invisible que ilumina los ocasos de tu luna;

todo tú sombra de las sombras en la plenitud del mediodía,

amante del silencio que niega el jolgorio de las nubes

al derramar sus islas de agua sobre la piel del mundo,

en ti la noche es claridad cuando entre las rosas

de la penumbra fulge un adiós de cometas vírgenes,

apagadas como el tizón que anuncia un rastro de ceniza

en tus pies de ave fugaz, en el tímido gesto con que vistes

la memoria de no haber sido luz mientras caían sobre

las horas de tu ayer extraños laureles de castidad como

maná sin hambre, como lluvia sin río, como invierno sin nieve.

viernes, 19 de julio de 2024

El aire de mi sangre

Están aquí como chispas de la luz

que encienden la médula

de los ríos invisibles.


Fluido de sombras que traen un vigor de ecos renombrados

en cada bocanada que alimenta la corriente donde el mar rojo

de la vida fluye en círculos, en elipses, a través de un canal

envejecido hasta la orilla del pensamiento bajo el latido

que impele los músculos de quien camina sobre las brasas de la noche.


Moléculas de amor en el oxígeno que viajan como nautas

de una sangre acostumbrada a perderse por el laberinto de unas raíces

que envían fulgor a la corteza de la piel, al capilar que se yergue

igual que un árbol de queratina, lo mismo que una hoja

de pinaza hacia el beso del aire.


Ah! cómo en mi voz, en mis ojos, en el sabor acre del cáliz,

en la táctil yema que se desliza por mi arteria azul;

en tu respiración de ángel, en tu sangre nueva

hay olas que se han convertido en sístoles de un corazón

sin cala a donde arriben los pájaros del ensueño.

jueves, 18 de julio de 2024

Círculo de paz

Como un vuelo de pájaros la serenidad que nació

de los árboles en flor, la quietud y el murmullo

de las fuentes sin pedestal ni caños en los belfos

de las yeguas, abrirse las ventanas al aire limpio,

silencioso como un aleteo de ángel bajo las nubes

pasajeras, desnudar a la ola para que no emita su canto

al derramarse sobre la piel de una playa insomne,

y el arpegio de una voz sin labios, la mirada ciega

del colibrí absorto en el frenesí de las alas, la mudez

del lince que hace del silencio un modo de entender

la vida, y ese círculo de paz por el que mi cuerpo

da vueltas cuando miro cómo brota la mañana.

miércoles, 17 de julio de 2024

Plegaria a la paz eterna

Ya no eres ave blanca sobre la inmensidad del cielo

ni se escucha la palabra limpia que sella el papel

con un abrazo de nieve; en tus hombros no amanece

el sol que ilumina el flujo de una hermandad ancestral;

has caído como un ciervo acribillado por los obuses

del frío sin que la luna mostrara la ingenua palidez

de tus andares de niña, y ahora que eres cicatriz

en el viento de la fugacidad yo invoco a tu manto

que da abrigo al silencio para que seas, al fin, la voz

que dura lo que dura el día que jamás será noche.

martes, 16 de julio de 2024

Los ojos abiertos de la noche

Siempre está ahí, con sus guedejas oscuras esperando la caída

de la luz, madre de las sombras, corazón de la efigie lunar,

negra espiga que alimenta los sueños con su trigo celeste;

señora muda que hace del silencio un ardid donde la vigilia

son dos ojos insomnes que vuelcan sus iris hacia la luz artificial

de los faros marinos, hacia las ventanas donde asoma la frente

del culpable como una herida que deja en el cristal huellas

de un lamento estéril, hacia el solitario vagar del desahuciado

por las calles de la melancolía, hacia el rostro del vividor que visita

las horas en que los relojes son libres, y le tientan y le buscan

con cantos de sirena en sus agujas de plata; dos ojos que no

pueden dormir porque los habita el miedo de no volver a despertar.


lunes, 15 de julio de 2024

Hijo del agua

Sumérgete en la luz acuosa que fluye por las veredas del tiempo.

Nada como un mortal entre la espuma del río donde la eternidad

es un rumor de mariposas amantes que se recrean en el candil

que forma la pátina del agua al transcurrir por un cauce henchido

de vida. Mójate bajo la ducha que abraza tu piel de niño grande.

Bebe la rosa transparente que no tiene el sabor del jengibre

ni la sal de la ola ni pica como un pájaro en las papilas nuevas

ni sabe al azúcar blanquecino que florece en la caña ni es ácida

como la pulpa de un fruto joven recién brotado del árbol. Recibe

la bendición de la lluvia de abril con las manos alzadas igual

que un cristo desnudo en un desierto voraz sin las piedras

húmedas que habitan la orilla innominada de tus pasos.

Conviértete en molécula que mora en la saliva del amante

porque el agua es amor de labios unidos por la sed que solo sacian 

los murmullos de un manantial que ahora descansa en el remanso 

fértil de dos bocas que sellan la luz más líquida, la luz cristalina 

que transcurre bajo los puentes inmemoriales de un río sin fin.

domingo, 14 de julio de 2024

Autorretrato

Tenia en sus manos el álgebra de los sueños,

la canción prohibida que susurran los niños

si ven morir a las palomas de la noche.


La materia motriz de un caudal convertido en monedas

resplandecientes como las alas de oro de un pájaro

que extendiera sus extremidades al sol de una mañana desnuda.


En su pecho, aún sin ceniza, el orgullo de un corazón

que late fuerte igual que un tambor anclado en la profundidad del silencio.


En el mapa de su piel hay venas que no se tiñen de azul,

entre sus dedos el barro del que no surgió la imagen que quiso viva,

y en el que ahora le parece contemplar el rostro sin definir

de los muchos hombres que fue.


sábado, 13 de julio de 2024

Es mi razón

Algunos rostros pasan como aves por la cortina cerrada

de mis párpados, hay un grito de intemperie que surca

el río de mi voz y que nunca asoma, es un grito mudo

que riega mi corazón con anhelos de una patria perdida,

fluyen los ecos de la memoria igual que navíos en el mar

de mi sangre, escucho a las metáforas reír cuando escribo

una canción sin letra sobre las dunas de mi piel envejecida,

nadan los delfines nuevos por el agua de mis ojos como

en un mar nadan los silencios que duelen hasta formar islas

ciegas bajo la piel de los días, y es mi razón el transcurrir

sobre ese mar como una vela en el horizonte que poco

a poco se convierte en pájaro de luz hasta extinguirse

igual que se extingue mi flor al llegar, inexorable,

a los pétalos de mi nombre el invierno de la vida.

viernes, 12 de julio de 2024

Mi calle

A veces línea hollada hasta el surco que se hunde lentamente,

otras veces senda que atraviesa el aire, porque a mis pies

le nacen alas de ilusión; recorrido puntual que enmarcan

las horas de la rutina, vaivén de un cuerpo sujeto

a los relojes que dictan los aconteceres del día,

saludos melancólicos bajo la lluvia de abril,

semáforos como arco iris a los que faltaran

los colores que trae el viento de junio, la pereza

del cristal que recibe el pálpito de un sol ardiente,

las acacias que no dan sombra a los transeúntes

de la mañana, mis huellas de ida y vuelta como

pasos de un viajero que ha perdido su norte.

jueves, 11 de julio de 2024

La flor de la vida

Hay un universo que se derrama en los límites de los relojes.


Ocurrió lo impensable y también lo previsible,

el sol ha viajado, una vez más, por el tapiz luminoso del cielo.


La luna asoma su faz lívida como una oblea gris.


La lluvia humedece las alas de los pájaros

que viajan al sur formando racimos negros

sobre el árbol azul del tiempo.


Con cada segundo nace y muere una flor

que nunca hemos visto

ni nacer ni morir.


Nos engañamos al pensar que es la misma flor.

miércoles, 10 de julio de 2024

La pompa de jabón

 


Con tu aro y tu cuenco de espuma creabas mundos.


Alguien pinchó la pompa de jabón de tu Arcadia,

como el suspiro de un ángel estalló la esfera frágil,

su irisada piel se descompuso en minúsculas gotas de ensueño.


Has dejado de jugar con los colores de la luz,

has roto el confín del vacío donde ya no hay huellas

de antílopes en la sabana hostil de tu calle.


Has comprendido que pisamos nubes en lugar de asfalto.


Y que el tiempo es aquella pompa de jabón

que un día partió de tus labios y que estallará, al fin,

cuando la muerte asome a los pies de tu cama.


martes, 9 de julio de 2024

Ese grave error que marcó tu vida

Nació de ti, como un latido más.


Fue decisión, impulso, acto que voló

desde la sima imperturbable de un reloj.


Fue instinto, porque la razón es como el trueno

que se escucha después del relámpago

y no evita el incendio de una luz

que después será sombra eterna.


Es una cicatriz sobre la piel del tiempo que vivirás,

es la culpa y su flor carmesí en la palabra,

es el pozo sin agua del olvido.

domingo, 7 de julio de 2024

Los sueños

Les hemos dado vida sin querer,

cada uno creció a su manera.


De la sangre combustible,

del corazón latido,

del pensamiento árbol

que florece en una nube.


Nos acompañan como un perro fiel

hasta el abismo

donde caen

igual que lluvia sobre la boca de un lago.


Los necesitamos porque dan color a la negra noche de los días.


Nos alimentan aunque sean un espejismo

que al acercarse se volatilizará

como un reflejo de luna

al nacer la aurora.


Son el alma de la razón y el oxígeno de la esperanza,

sin su existencia no volaríamos.

La ventana

Da igual crepúsculo que mañana, luz que sombra,

la ventana se abre como se abren mis párpados

al eco de unas imágenes que nunca murieron,

la humedad en el cristal, las gotas de una lluvia feliz,

el aire que deja en las esquinas guedejas de sal,

la arteria de mi calle con edificios como dientes multicolores,

negocios con nombres ancestrales, cariñosos nombres

que se dicen con los labios rozándose igual que cortinas

apenas abiertas al corazón de la luz y la brisa marina.


Y el faro, lápiz de piedra, ojo incandescente, testigo de aventuras,

de furias y velámenes henchidos como bocas de cetáceo,

mejillas que reprimen la tos del huracán, delgada la cintura

que enrosca la playa con una serpentina de arenas

que es besada por la espuma salvaje que pulen los vientos,

y la escuela, aquel pebetero sin lágrimas, las voces libres

que juegan en los patios, escuchan indolentes los niños

las prédicas del atardecer, las explicaciones del álgebra,

de la física, del lenguaje, de la historia y sus invencibles huellas

que trascienden como ángeles guerreros en países olvidados,

terror, imperios, mitos, leyendas y cruzadas, guerras y hambre,

pulsión viva del devenir que deja metáforas de héroes en las pizarras vacías,

en las ventanas que ya no son vientre de realidad sino locura de reinos,

ambición de trenes sin pasajeros en la azul mañana de la escuela,

matemática atroz escrita a hierro y fuego sobre la piel de la tierra,

en retratos de reyes, de próceres, de místicos, de científicos, de salvadores de la fe,

de lideres sin estandarte que nos dieron al fin la comunión de la democracia,

el voto en las alas de la mansedumbre.


Y también observo cómo se dibuja bajo la piel del cristal la ciudad del agua,

la lluvia allí es un niño enternecido que llora abriles,

flores de manantial, vierten las nubes el napalm de la bendición

que es gris como un metal líquido que se derrama en flores

de una fuente que canta al posarse en las ropas azules

como pájaros de agua sobre el hombro de un adolescente,

allí el despertar al deseo y al éxtasis, allí la juventud y los cometas

por el cielo en relámpagos de vida, allí las aulas decapitadas

por la sangre febril que hierve en las montañas de la noche

igual que lava roja fluyendo sobre la isla de la decrepitud.


Y la formalidad, las heridas de lo real, mi traje que desmiente

la melodía del color, un automóvil blanco y otro azul, gris perla el último

por donde transita mi otro yo, el que ya no anuncia tempestad en la niebla del hoy,

el que reproduce la mecánica de los relojes y ve en los espejos un árbol ajado,

con hojas ya caídas, retorcidos sus hombros como ramas combadas

por ese aire que se filtra en las almohadas del despertar

a las horas tristes de la melancolía, todo eso está en mi ventana,

también la luz que aún ilumina la penumbra de mis ojos.






sábado, 6 de julio de 2024

Crónica laboral

Juan, se niega a pedir dinero a sus familiares y allegados

para que puedan subsistir él y sus hijos,

la dignidad y el orgullo se lo impiden.



Juan está viudo, fue despedido de su empresa(una constructora)

a través de un ERE después de más de veinte años de servicio,

se le acabó el paro y ahora cobra un subsidio para mayores de cincuenta y dos años

de cuatrocientos ochenta euros al mes, una cantidad que no es suficiente

para mantener a sus hijos menores( Ana de 15 y Jaime de 10).



Juan ha buscado trabajo en lo suyo de todas las maneras posibles,

ha dejado currículums en los lugares donde por su formación

y años de servicio podría obtener un empleo,

se ha registrado en los portales de internet especializados,

se puso en contacto con antiguos compañeros,

en todas partes le cerraron las puertas.



A sus cincuenta y tres años es difícil que una empresa,

por más que acredite competencias y dilatada experiencia en el sector,

le vaya a contratar.



Su hijo mayor, Raúl, de 28 años, que cursó los mismos estudios que Juan,

terminó el grado de arquitectura hace cinco años,

completó su formación con dos másteres,

los dos, padre e hijo, se han registrado juntos en los servicios de empleo público,

en las oficinas de colocación, en las ETTS y en todas las empresas

relacionadas con su profesión que les pudieran ofrecer un empleo.



Raúl ha conseguido trabajos temporales de camarero o de tele-operador

para así pagarse los máster y ayudar en lo que pueda a la familia.



A Juan, que es arquitecto, le ha salido recientemente un empleo de repartidor

de comida rápida que tendrá que aceptar, la ilusión de Raúl

a sus casi treinta años es tener a medio plazo su propio estudio de arquitectura,

le gustaría que lo emplearan en uno y así adquirir experiencia,

pero ya se plantea preparar unas oposiciones para profesor de dibujo

porque no ve otra salida o bien marcharse al extranjero

y probar suerte en otro país, los dos viven en España.

viernes, 5 de julio de 2024

El cisne del lago

Dejaré mi sombra en cada paso que fui.


Ni la voz ni la espesura de la piel, ni la realidad

que voló hasta los lindes del recuerdo me acompañan.


Abren los mercaderes, como entonces, sus tiendas de souvenir,

todo es gris, opaco, piso la bruma con mis pies que sufren 

el dolor de no volver a la misma huella, a la juventud dorada que salía

a las ventanas a gritar los nombres de la amistad,

los himnos del deseo expuestos a la luz como rosales blancos

mientras la lluvia caía con el misterio de las hojas maduras

en mis hombros de infancia.


No sé cómo volver a encontrar la madrugada en que el amor se hizo cisne

en un lago brillante que ahora guardo en la memoria entre flores marchitas.

jueves, 4 de julio de 2024

El don de la nieve

Esparce las semillas por el surco como si esparciera

el don de la nieve, las manos recias, ajadas, manos

de labrador ancestral, manos que también lucen surcos

que son cicatrices de gratitud al sol, al agua, a la tierra,

a la lluvia que invoca cada día a través de la oración

-concédenos, señor...- que aprendió desde su más

tierna infancia, es un hombre humilde, casi anciano,

con los dedos heridos por la artrosis, mas él continúa

con la siembra, sin el moderno regadío de las grandes

plantaciones, sin el tractor que hiende el corazón de la tierra,

solo con el arado y la azada que heredó de su padre y este

de su abuelo y su abuelo de... Conserva la fe, no ignora

que un día, más o menos próximo, del surco brotará el tallo,

del tallo las verdes hojas, de la raíz el fruto, y del fruto

la semilla que otra vez esparcirán su manos como si

esparciera sobre la piel de un sueño el don de la nieve.


miércoles, 3 de julio de 2024

Abre la ventana

Que entren los pájaros del día con sus alas de claridad,

que entren la luna y el cielo azul, la mañana y la noche,

la espuma del mar y el aroma de los pinos.



Que entre tu cuerpo como lluvia,

que entren las nubes y los rayos del sol

cuando escampa la tormenta,

que entren la luz, las sombras, los recuerdos...

que entre, sobre todo, la vida.

martes, 2 de julio de 2024

El beso de Narciso

Como de nácar el rostro que ves en la laguna,

pulida tu piel sin el temblor que el aire provoca

en la corteza del agua, desnudo ante la doblez

nítida que, como lámina de espejo, la superficie

colmada devuelve a tu faz de mejillas jóvenes

y frente de marfil, de arrobo contenido tu expresión

antes melancólica, ahora en perpetua metamorfosis

de grata complacencia, inclinado hacia el beso

que reproduce tu imagen, rozando con los labios

la belleza frágil que al posar tu hendidura candente

siembra en el seno parduzco del agua una semilla

de inmortalidad, verás alzarse la flor blanca con su tallo

enhiesto, las letras de tu nombre en sus pétalos altivos.



lunes, 1 de julio de 2024

Voy en un tren

 

En el entrante de la ría el faro enjalbegado de cal

con un coro de gaviotas a su alrededor

ilumina la primera hora del anochecer.


Un hombre solitario sentado en el noray del espigón

cose la red que le dará alimento y vida.


No hay nadie más, tan solo el crepúsculo que llega.


Voy en un tren y lo que está frente a mí es, en realidad,

una fotografía que decora la pared del vagón.


Y, sin embargo, parece que estuviera allí,

que yo fuera ese hombre que con paciencia maternal

remienda los hexágonos de una nasa antigua de pescador.


Solo que yo estoy aquí, sin faro, sin red,

ni más horizonte que la llanura infinita

y un sol, sin mar, que se acuesta entre trigales,

allá, a lo lejos.