Es un teatro de títeres negros, una espuma
que ahoga la verdad de los telediarios, el frío glacial
que suicida al verano, un fantasma de ojos grandes
que sobrevuela mi noche. Su poder es de abrigo
y de temblor, agita mis manos, desnuda a la tranquilidad
que yace en la intemperie, niega el sueño con armas de vigilia,
su voz se oye como un susurro despiadado de turbación y desdén.
Mata mi dicha con la cólera de lo posible, yo sé que no es real,
sé que la flor de los hechos solo brota en el presente. Si hoy
luce el sol no sé por qué imagino que llegará la tormenta.
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