Animula,
vagula, blandula
Adriano
Esa voz que
no duerme, también es mía.
El mundo
cabe en su luz de foco encendido,
en su mansedumbre
de oración al alba
cuando los alfileres
de la noche
aún no han volado.
Se adapta
como horma de vida al acontecer imprevisto,
ríe o llora,
pero nunca en el mañana,
esa arcadia
feliz donde amanecen mis sueños.
Apostó conmigo
y contra mí,
me desdijo
y me animó
como una
amante anima al cómitre de la luz,
como un párpado,
siempre abierto a la claridad,
no deja de exhibirse
altivo.
Es, a la
vez, juguete lúdico y animal sin forma
que acaricia
mi despertar
cuando el
dolor extiende sus alas de martirio
sobre la
cruz del día.
Morirá
junto a mí, sin quejas,
amordazada
a mi piel, a mis huesos y a mi corazón
como una sábana
que tapase, a mis ojos, la vida.
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