Como una sombra de platino, reluce en lo hondo.
Es una bandera frente a la humillación del infame.
Se eleva, aunque la crean mutilada por los tajos del poder.
Ha nacido del desprecio y habita en él como una roca
que desafía la corriente, como un árbol que resiste
contra el viento del deshonor. Es hija de la pobreza,
de la habladuría y la malevolencia, es madre
del orgullo que germina entre las flores del desdén.
Su porte de mástil atraviesa la niebla de los años
con una voz que no renuncia a ser oída, igual
que un alfil en la diagonal del confín amargo,
continúa. Me protege de mí, cuando soy mi juez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario