En la pausa fraternal la envidia es roja,
rojez de uva bajo el pámpano, centauros
ebrios de blasfemia innoble, reto que alza la ira
del cazador, puntas de flecha en los vientres
equinos, agrio festín que implora paz. Solo
la templanza que el bestial jabalí no conoce,
el ímpetu infantil de la fiera, se suicidan. Su
sombra ya no embiste a la nieve, el abrazo
de Hércules no es de amor sino de sueño.
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