Llamémosle poso o memoria. Algo queda. La cicatriz
de una herida, el instante en que el amor brota, en un gesto,
una mirada, en la voz, hasta ese momento desconocida.
Son raíces que han crecido en tu interior para que seas un árbol
único, son cristales o espejos donde se refleja tu mundo. Y vuelves,
y te reconoces, tu identidad en fragmentos que han volado
del tiempo real, mosaico de tus sueños, segunda piel
de una vida transitoria, desnudez que marca con tatuajes
a fuego (nombres, espacios vistos, palabras dichas, la huella
indeleble de un suceso) el futuro. Ahora ya sabes quién eres.
de una herida, el instante en que el amor brota, en un gesto,
una mirada, en la voz, hasta ese momento desconocida.
Son raíces que han crecido en tu interior para que seas un árbol
único, son cristales o espejos donde se refleja tu mundo. Y vuelves,
y te reconoces, tu identidad en fragmentos que han volado
del tiempo real, mosaico de tus sueños, segunda piel
de una vida transitoria, desnudez que marca con tatuajes
a fuego (nombres, espacios vistos, palabras dichas, la huella
indeleble de un suceso) el futuro. Ahora ya sabes quién eres.
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