Dicen que de su pecho brota una manzana
de afilados cúlmenes.
A las orillas del mar oscuro,
mil guerreras danzan sobre orquídeas de fuego.
Un aro de oro circunda el vientre hostil,
quisiera el tacto del amor y no el símbolo del
dominio,
quisiera su labio rojo, su ambrosía de cazadora,
la piel que brilla en la nocturna ebriedad del
silencio.
Pero hay un gusano terrible que inocula
el semen de la discordia entre las bárbaras risas,
traición y sangre recorren el bies de mi espalda
como un veneno infantil.
Qué orgullo de hembras,
qué pasión de armas en sus dedos híbridos,
qué lágrimas dejan en el cielo sus entrañas sin vida.
Cuando muere Hipólita se desangra la luna.
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