jueves, 5 de agosto de 2021

Un día de marzo

Ella no reconoce los nombres. Nadie entró,
ni el color ni la noche.

Ya sé, tu voz llega como un río.
Ya sé qué pupilas son opacas
como un cofre o un silencio de agujas.

La ciudad viste esqueletos,
conserva el algodón intacto de los paisajes,
robustos edificios, naves sin memoria,
infinitos océanos de grava
me visitan.

Reconozco mi virginidad, la dama en su teatro,
los naranjos prendidos al duende,
ese redil donde los monstruos agigantan sus miedos.

Toma este libro absorto de signos,
mi cuerpo es derrotado por los túneles
(siente por una vez la quemazón de los intestinos,
su refugio, su hampa descarnada).

No soy el mago ilustrado,
me equivoco de plaza, no sigo a los vientos del descubridor
-y es que sólo te amo a ti, a tu vendaval,
al circulo que traza tu cadera de tormenta
y halcones-.

Aquí no está tu país, las vacas de látex,
el diamante de las ametralladoras
no recuerdan tu paso.

Invaden los cajeros ruecas verticales y juegan al pentagrama
absortos de dorados y largos abrazos de cartón.
Creo que es un día de Marzo. Creo que estoy vivo.

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