viernes, 13 de agosto de 2021

El poema te espera

Yo, como el murciélago que busca un árbol de ojos oscuros.

Tú, con tus velos, tus cornisas,
con teselas de héroes en la piel.

Alrededor la tormenta invisible
que bombea el corazón de un ciervo,
y la noche como una espuma
que no te vence.

Hablé cuando el crepúsculo era un monte anegado
y ríos de invierno bajaban secos hasta tus manos.
Son las cosas-tus hormigas- quienes llegan,
con las rodillas dobladas,
con el metal de un instrumento
afilando versos.

Este poema vuela como una negación,
implora ser luz que no aplaque el deseo
y baja a territorios húmedos,
a lugares donde la fiebre es dulce
y se derrama como néctar
sobre mesas gastadas.

Aún espero tu cuerpo, sólo para que mi palabra
llegue a tu abrigo, para que caballos azules
nos lleven a playas de nieve,
para que vivamos juntos
como si no hubiéramos nacido,
como si el alba fuera nuestro manto
y llorara
y se cayera a un pozo inmenso
-ese que tu conciencia ideó-
y en esa eterna caída el oro fuera un reflejo de uñas,
alas de fuego,
lágrimas de mármol que sellaran labios
antes del libro, mucho antes del sentido
que un párrafo dinamita en la lengua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario