martes, 18 de julio de 2017

Espejos

¿Qué es lo que guardan detrás, cuándo nadie los mira,
en el silencio de la noche o en el abandono de su necesidad?
Los hay amigos porque nos hablan y nos confirman la luz,
algunos se han acostumbrado al tránsito de los hoteles
que pone en los rostros un aire de ausencia o una clandestina
pasión de albas. Nunca saben quién estará delante, son amables
con los cuerpos que día a día se asoman a su espacio, indiferentes
en los lugares donde su identidad es el número, la colectiva canción
de las fórmulas escritas o de las voces comunes. Han visto lágrimas,
vítores, largos silencios cuando los ojos se fijan en los ojos
y no encuentran razón ni por qué. Hay quien piensa en ellos
como amigos mudos, otros odian el reflejo que conceden,
la reproducción del dolor, la fealdad o el recuerdo de haberse
mirado en la plenitud de la vida. Algunos les hablan o creen
ver la ternura, el amor, lo desleal de cientos de rictus improvisados
ante su fiel intimidad. Para mí son atisbo de la fugaz estela
de los relojes, solo dan fe de la huida del tiempo, cada día escriben
en su bruñido vientre adioses mínimos, despedidas blancas.

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