A medida que los años avanzan
da pereza mirarse en los espejos.
O da temor y hasta en algún caso pánico.
Es la vejez que se insinúa ante ti
como una máscara que va perdiendo
poco a poco la piel tersa de la juventud.
Ni los azogues amigos,
- el del baño, el que está junto
a la puerta de la calle,
el del armario de doble luna-
los del hogar, en definitiva,
te van a mentir.
Ese eres tú, ahora
- dicen- mañana, no.
Por eso haz lo contrario,
mírate a fondo y sin prisa
allí donde un espejo retenga
esa imagen de ti
que no volverás a ver.
Siempre se es más joven
en el hoy que en el mañana.
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