Siempre nos traicionan las palabras al volar por su cuenta
como aves sin patria, surgen del entendimiento con la múltiple
canción de los significados y si ya han sido vehículo del sentir,
si ya explicaron a su manera los aconteceres y fueron comprendidas
bajo el poso de los prejuicios, de las contradicciones, del flujo
que niega la posibilidad de restañar el dolor que un día causaron,
si son red que tejió culpas, tapices sobre llagas que se abren
cada vez que el silencio las nombra en la desnudez antigua
de la palabra más vil, si no hay dulzura y sí recuerdo de ofensa
al evocar el rastro del mal que aún permanece en los sentidos,
el menosprecio que en las sílabas resucita el tizón, la herida
profunda del rencor gritando en la noche, y más tarde la tristeza,
el imperio de la lágrima y esa sensación de que no existe un puerto de paz
para la palabras que se cruzan sin poder entenderse, mejor no decirlas.
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