Reservé mesa para cenar en una pizzería.
A llegar la hora nos encontramos el local cerrado.
Después de revisar mis llamadas
me di cuenta de que equivoqué
el número con otro restaurante
de nombre similar.
Lo siento, se ve que me hago mayor, les dije a mis acompañantes.
Hay otras dos pizzerías que no están mal por aquí cerca, sugirió uno de ellos.
Aunque no era lunes- era martes-
según la consulta que hicimos en internet
no abrían ese día.
Mientras caminábamos por la acera vimos un chino abierto.
¿Qué tal ese chino?-dije.
Vale-contestó uno.
¿Por qué no?- contestó el otro.
Fue una cena magnífica.
-bien de precio,
comida rica,
ambiente agradable
y un chupito de licor
de regalo como detalle de la casa-.
Conclusión: el azar a veces acierta.
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