Si me preguntaran por mi color favorito diría el gris.
Porque tuve una gabardina gris que heredé de mi padre,
porque gris es la ceniza que deja el leño en el fogón
-una metáfora del existir- porque las nubes son grises
cuando está a punto de llover
y yo adoro la lluvia.
O porque me defino como un hombre sin nada excepcional,
lo que equivale a decir un hombre gris.
De color gris las letras que ahora leo en el ordenador.
Y es que mi poesía también es así, terriblemente gris.
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