Asoma el ayer en la imagen proyectada sobre la piel del muro,
ballestas en la torre sur, jinetes armados con el estandarte verde
y oro de la cuna noble, la cruz en el pecho, la malla y la túnica,
el relincho del animal cuatralbo, la oración del fraile que bendice
entre loas al valiente adalid, la dama oculta tras el rojo oropel,
flores que caen del cielo como nieve de abril, el resonar de los cascos
en la estrechura de las calles y el palio que se iza sobre bastones
de plata, la algarabía y el clamor alegran la tarde festiva, címbalos,
timbales, cornetines y flautas en los pasadizos, la cohorte engalanada,
las huestes en tránsito cuando llega la noche y el espejismo en el muro
ya solo es evocación y sueño, misterio y añoranza de grandes conquistas.
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