martes, 8 de julio de 2025

Al otro lado de las rendijas

 

Lo que no viví, lo que no fui, esa multiplicidad

que ahora entreveo por las rendijas de esta pared

que no logro traspasar.


Un rumor de ríos inacabables, una llanura infinita

por la que vagan los pájaros del tiempo,

árboles que dudan al recibir la bondad del sol,

gacelas en la nieve sobre el blanco más puro.


Y aquel yo, y aquel tú, las incógnitas que llegaron

y que no supe anticipar, senderos y curvas por el horizonte,

azares para el niño melancólico, otro mar-¿el mismo mar?-

fuentes que sin origen manan de mí, una ciudad en mis ojos

que oculta la ilusión de un niño, palabras pensadas

ni en susurro dichas el día del año en que mi sombra

se alejó hacia el pasadizo ciego.


Y la respuesta muda, y la enfermedad que posó sus alas

en mi nombre y la alegría que se desnudó de abalorios únicamente para ti,

para la risa que puse en tus labios, solo la encrucijada

puede devolverme la huella que no dibujé, a veces llueve

en mi memoria y la lluvia forma espejos donde nadan

las soliloquios que nunca acerté a decir.


Pero ya es futuro lo que mis ojos ven, ya es un dardo

que adopta una dirección inamovible, ¡venid criaturas,

símbolos, ciudades que estuvisteis junto a mí

como sombras a las que no di luz en el jardín

del que solo obtuve el fruto más verde!


Aquí y allá, al sur o al norte ¿nos acompañan otras naves

por este río que surcamos tú y yo aquel amanecer rojo?, nació el hijo,

la sátira del amor fue breve, qué tren no cogí, qué disfraz no adopté

en el carnaval sin fin de la vida.


Lo no expresado, lo decidido, el miedo a no obtener perdón,

la falsedad del orgullo, todo se muestra detrás de este lienzo

con su orificio donde mi pupila naufraga por un océano henchido

de barcos que partieron sin mí, en un adiós irrepetible desde mi isla,

el territorio que yo formé y del que soy rehén todavía.

Yo la quiero creer sólida, y solo es la ruta que seguí

por el cristal húmedo, el sol llega y borra el dibujo

que tracé desde el inicio de los días hasta que mi índice

fue incapaz de señalar la luz que en mi corazón empieza

a teñirse del color tan desvaído de las hojas caducas.











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