Transida de marfil o de caoba, antes fuiste de cristal,
después el vivo fulgor en el corazón del alba y el rojo
púrpura en la cruz de tus labios, mansedumbre circular
de los días, canícula que asola el invierno de tu nombre,
dabas pasos tras el rosal ahíto de primaveras y en la pérgola
había pájaros de luz, las edades bendicen el nimbo que ilumina
tu voz ya quebrada, con el ayer de los vencejos me llegan
la locura y el impudor de tu vientre, los vestidos de flores,
los rizos como aros, las piernas contra el azul del mar,
los ojos verdes que aún guardan el frenesí de la lid,
los juegos bajo el sol invencible del estío, y un silencio
que ahora, después de la singladura que ha puesto cicatrices
en tu piel, me acoge con la falsa mudez de un amor sin palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario