lunes, 28 de julio de 2025

Señor presidente de cualquier país(misiva desde Gaza, corazón del hambre)

 

Me extingo.


La carne se pega a los huesos hasta formar una fina película sin ningún grosor.


Los ojos crecieron en las órbitas, el costillar tiene frío, apenas escucho los lloros, las voces debilitadas por el hambre y la sed.


Siento la angustia, el dolor y la impotencia de ver a mi hijo consumirse lentamente-es una llama que está apunto de apagarse-.


Respiro sin fuerza por la pura inercia de vivir.


Mi calavera crece bajo la transparencia de una piel que adelgaza poco a poco y sin remedio.


Muero y a nadie importa en realidad, y como yo otros muchos- niños, mujeres y hombres cuya única culpa es su origen y su fe-.


Dónde está mi dios, dónde la justicia del mundo, dónde el corazón humano que no admite el exterminio del inocente, dónde la muralla que pone freno al poderoso.


¿Dónde está usted que disfruta tanto la comida con que se le agasaja después de mostrar con palabras hipócritas su indignación por lo que ocurre ahora mismo en mi tierra?


¿Por qué, señor presidente, permite usted que pase esto?

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