viernes, 1 de marzo de 2024

La infancia

 

El tren inventa un trazo inmóvil

porque quien viaja

es la sombra de mi vida.

 

Aire tibio en el jardín otoñal, sin luz de primavera,

el llanto del mar desde la voz de la caracola

ruge como un poderoso volcán.

 

Soy un niño ante el azul con un balón de playa entre las manos,

y la lluvia del invierno, cansada de morir en mi piel

que, sin premura, la arroja a la sed de los relojes,

vuelve como canción de un himno fugaz

bajo el cielo gris de la ausencia.

 

En la historia simple de mi casa no envejece el silencio

ni el balcón es un navío que recorre las edades a la busca de mi ayer.

 

Y hay ceniza caída en las alfombras, y hay números indefinibles

que no son años sino metamorfosis del tiempo

que vibran como notas de laúd en los oídos,

y hay un cristal donde se dibuja la faz de las historias no contadas,

y hay papeles escondidos en las rosas ya marchitas

por el crepúsculo de los corazones.

 

Dicen que el hogar es tan solo un recuerdo que nos devuelve a la infancia,

lo cierto es que esa infancia es el hogar del que nunca nos hemos ido.

 

 

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