Extraordinaria la canción que nace de un beso.
Melodía que el ritmo agita con el roce
vertical
de dos hemisferios que se acoplan. La
succión
líquida, el chasquido que no cesa de
incordiar
a la sed, la rosa roja abriéndose con el
eco
de un respirar profundo, las claves continuas
de una sinfonía donde crece el deseo como
un estallido de labios en el silencio
gris de la noche,
el canto de las bocas hasta la esencia de
su ardor;
y tú lamiéndome y yo lamiéndote en una
percusión
de lenguas mudas, sin término ni olvido.
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