miércoles, 20 de marzo de 2024

Ecos de familia

 

Soy por orden el cuarto de seis, ese número que está

entre el cinco y el tres como un centinela en su guarida

de sombras pares. De bruno color la piel que nos viste

con su misterio colonial de ancestros cuya voz dulce

era una música tan frágil como el susurro de los pájaros

al mudar el día a noche. Himnos de sangre brotan

de las paredes y son de abril floreal los espejos cuando

el canesú, la diadema, el arlequín... se hacen primor

de caléndulas, de rosas, de jazmín, en los ojos de las niñas.

Y está el balón y el ajedrez del suelo sin reyes de marfil,

y están los cuadros oscuros bajo la rubia luz de los plafones

de cristal, y el carcaj del teléfono como una cáscara

que timbrea en la anochecida con ritmo de cascabel lunar.

Y, en fin, también están las fotografías llamando a los recuerdos 

desde el silencio de unos nombres que aún pronuncian mis labios.

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