viernes, 8 de marzo de 2024

La parca

 

Ahora que vienes, sin perlas ni afeites, desnuda

como la luz que roza el silencio de mi estancia,

con tus cabellos sin mañana dorados por el sol

de la tarde, en cuclillas igual que una hembra

a punto de saltar desde su abril hasta el mísero

corazón del desvalido, en busca de un alma

que sufre la melancolía del tiempo en sus cenizas,

esperando que la sombra inolvidable de la oscuridad

llene con su eterna quietud el futuro infeliz que susurra

un adiós sin espejos, un aura sin perfil ni contorno

ni alba por venir, en un árido amanecer de frío y rosas

tristes, tu paso inmóvil, tu mirada que ensortija el aire

y recorre de pies a cabeza los recuerdos de la vida,

el dolor que un día fue presagio de tu hálito mortal,

la caricia y el instante en que el culmen de todos

los destinos se volvió nombre de mujer; un silencio

y una sed de pájaro te anuncian, mientras se apaga la luz 

y el último de los segundos es besado por tu decrépita boca.

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