En la voz de las sirenas hay cantos de luna y marfil.
Si nace el cuerpo de la isla, de volcán su ser, entre
la espuma y el grito del magma, con el coral multicolor
de la madrépora brotando de su seno como largos
índices de altiva vid, si los galeones de velas combadas
por el aire atlántico siguen la línea que un dios trazó
sobre los raíles de agua surgidos del profundo mar,
si el paso de los cetaceos y su carne gris no se ven,
si la marea que va y viene en un retractil ardid
de sal humedecida no me saluda, si el témpano
y el iceberg flotan sobre la piel de una corriente fugaz,
qué verán mis ojos si en la playa de mis días solo
existe un faro sin luz y nadie que lo encienda.
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