lunes, 4 de marzo de 2024

Perdóname si no supe ayudarte


Yo te vi ausente, lejana de ti como una primavera sin flor.


Era el tiempo en que el aullido del aire moría en tu boca

cuando tus labios sellaron la hondura de una voz

que fue voz de ángel en el paraíso fugaz

de aquella juventud añorada.


Y es que tu sonrisa parecía una mueca

donde dos cuerdas tiraran de tus mejillas

alzando tu rostro hasta el silencio.


Enflaquecida como un junco en la laguna de los años

vivías más en el seno de tu alma que en la carne

ligeramente amarillenta que me mostrabas cada día

al brotar la noche.


Y en tus bolsillos las pastillas azules, verdes, blancas...

sin saber a qué color corresponde la felicidad

y a cuál la derrota.


Había en tus ojos una lluvia de epístolas sin escribir,

un mensaje sin letras ni destinatario,

una vencida petición de ayuda que anidaba en los párpados,

un abril como un invierno de flores de nieve en tu faz.


Hospitales rotos caen de tus manos

y de mis manos el perdón que te pido cada vez

que me veo los espejos.










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