martes, 9 de marzo de 2021

Oda a la adolescencia

 


Lo que refulge son tus esquinas, la flor del tiempo
que enhebras en la cintura, ese infantil suburbio
del azar al que nombras con hipos y mansedumbres
del lloro. Eres tú cuando los narcisos susurran, eres
la tómbola del dios y su premio infinito, futuro de cometas,
lejanía de sombra. Desnúdate de la piel que durmió
en tu seno, habita la atmósfera del caudal desconocido,
ejerce de paloma silvestre en una historia gris, da luz
al misterio. Y vive, siembra, alucínate, rompe el cristal,
que se suicide la nieve. Elige oropeles y anuncios de oro,
el mundo lloverá en tu pequeña lágrima. Como el estrecho
del Bósforo acunarás la sal de los mares, como cresta
de volcán el calor abrigará tu frío, arropará tu vientre.
Y verás arcángeles en los muslos, un espacio donde
los espejismos se hacen carne, luz y color. Tienes
un talismán azul que es el vivir con ojos de niña,
tienes la inocencia del delfín, su añoranza del juego,
su felicidad, libre y sutil, entre las olas de la ternura.

2 comentarios:

  1. ternura, así son tus poemas, llenos de ternura. Hola, Ramón. Mucho tiempo sin saber de ti. un placer leerte y seguirte. Un abrazo virtual enorme.

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  2. Hola, Margarita. Me alegra saber que te pasas por este blog. Ahí seguimos con mis intentos poéticos. Espero que te vaya todo bien. Un fuerte abrazo, amiga.

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