Enséñame los pétalos del mar,
desnuda la hiel y el silogismo,
que los alacranes sean verdes
como un tallo húmedo.
desnuda la hiel y el silogismo,
que los alacranes sean verdes
como un tallo húmedo.
Dime la canción de la rosa,
vertebra los ejes
donde giran el tiempo y sus abismos.
Nada en el clamor del cuévano,
redondo pretil,
aurora de esferas sin trasluz.
Existe un nido blanco,
su jardín, la cal del silencio.
Las palabras se vuelven viajeras,
viven sin querer en espacios azules,
son flores adultas,
lunas de viernes que lloran.
Un abril las ciudades
fueron mosaico
en un mapa sin sol,
los aviones pájaros imberbes,
la musculatura del día
un frenesí de cometas.
Qué jeroglífico hallarás en el horóscopo
-álabe, carro, balanza, saeta, doblez-
si no hay destino en el arrabal,
si somos la delgada fibra de un adiós,
sempiterno adiós,
inútilmente demorado.
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